Así lo ha explicado el presidente de la Federación de Pandas de Verdiales, José Gómez, quien ha señalado que en este baile de raíces agrarias, el hombre y la mujer no se pueden tocar a excepción de un complemento que se denominaba "la rueda", donde hombres y mujeres bailaban formando un círculo cogidos de la mano.
Según Gómez, antiguamente cuando las madres vigilaban que los hombres no rondaran a sus hijas la única forma que tenían de acercarse a ellas era bailar "la rueda" y como no se podían hablar ni prácticamente mirar, le apretaba la mano y si la mujer le correspondía significaba que podía seguir insistiendo.
Aunque no se conoce exactamente el origen de los verdiales, estos alegres fandangos con connotaciones moriscas proceden de los cantes y bailes interpretados por los campesinos mientras trabajaban, ligados a los solsticios de verano e invierno y cuyo nombre viene de la denominación de la aceituna verde que se conserva aún en sazón.
En cuanto a la vestimenta, antes, el hombre se vestía con el traje de domingo, y en la actualidad, se pone zapatos, chaleco y pantalón negro, fajín rojo, camisa blanca y sombrero verdialero (hecho de palma, recubierto con tela de colores, flores, espejos, collares, medallas y lazos bordados por la novia o hermana).
La mujer lleva falda negra, blusa blanca, fajín rojo, alpargatas con cintas, flor en el pelo, pañuelo y palillos en las manos, antes también llevaban medias, enaguas y puchos.
El presidente de esta federación ha resaltado la evolución de los verdiales, cuya fiesta es considerada uno de los folclores vivos más antiguos de Europa, y ha relatado que también se usó en la antigüedad como forma para recaudar dinero y pagar así el mantenimiento de las ermitas de los pueblos
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