viernes, 2 de septiembre de 2011

La bata de cola seGún Concha JareÑo

                               

Concha Jareño es una de las pocas bailaoras jóvenes especializadas en el manejo de la bata de cola. Precisamente, estos días anda enseñando a un puñado de alumnas la técnica básica, un curso del todo inusual. El quid de la cuestión, según ha concluido la maestra madrileña, es “tener muchos reflejos”. Y es que, a su juicio, “aún teniendo una técnica inmejorable, luego nunca que bailas se da la misma situación”. Afectan muchos factores: “Si el suelo resbala, la bata se desliza de un modo que no puedes controlarla. Si el suelo es como una lija, la bata se queda pegada. Si la bata es de falda y se encaja en tu cadera, es distinto que si es un vestido pues cuando subes los brazos ya no tiene ese peso”. Como certifica Jareño, “hay muchísimas cosas que hacen que cada día sea un mundo con la bata de cola”. Eso sí, hay que tener la base bien asimilada: “La técnica de bata es importante. Hay cuatro reglas, porque no hay más, y si las tienes muy claras ya es cuestión de tu creatividad. Patadas hay cuatro, pero luego tienes que saber dónde y por qué en cada sitio”.
Ella las aprendió de la maestra sevillana Yolanda Heredia. “Me dio unas clases maravillosas y desde el principio se me daba bien. Fui un par de semanas, lo dejé porque no podía pagar tantas cosas, y un día por el pasillo me dijo que tenía que ir a su clase aunque no pagara. Y yo he aprendido a mover la bata de cola gratis. Lo digo agradecidísima”. De ser su alumna pasó a ser su compañera. Participó en el espectáculo ‘Mujeres al borde de una bata de cola’. “Cuando se presentó en el Certamen Coreográfico fue la primera vez que me puse una bata de cola en un escenario”. Después llegó ‘Y una batita de cola’, pero una lesión en la prueba de sonido le impidió llegar a interpretarlo: “Me quedé triste porque después de todos los ensayos, me hice una lesión grave en el cuello y no pude bailar. Estuve dos meses sin poder moverme, volví de Los Ángeles con el cuello paralizado”. Y fue a causa de la dureza física que entraña la bata de cola. “Ahora estoy perfecta, pero me cuido mucho. Utilizo batas que pesan poquito y elijo telas más ligeras. Sí que las uso de cola grande, porque si son pequeñas me falta bata, pero que pesen lo justo”.

Nunca aquel percance la detuvo en su inmersión en el baile con bata de cola. Una asignatura que no es nada fácil. Como asegura Concha, “hay mucha gente profesional y de la bata de cola se asustan”. . Sin embargo, Concha Jareño la tiene totalmente interiorizada. “No sé, creo que a cada persona hay algo que se le da bien porque le es natural. Lo mismo hay gente que tiene unos pies maravillosos y no los trabaja. Yo me siento con la bata como si fuera parte de mí, como si fuera un brazo o una pierna”.

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